UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





domingo, 29 de julio de 2012

Lunes 30 de Julio : San Pedro Crisólogo




San Pedro Crisólogo
San Pedro Crisólogo («Palabra de oro»), nació probablemente en Imola hacia el 380. Cuando fue elegido como obispo de Rávena (entre 424 y 431), la antigua ciudad se hallaba en el apogeo de su grandeza imperial, bajo el gobierno de Gala Placidia.    El obispo Pedro   dio pruebas de ser un político de valer, permaneciendo totalmente fiel a las tareas de su oficio pastoral.
Predicó mucho. Han llegado hasta nosotros cerca de 180 de sus sermones. Se trata de breves exhortaciones (Pedro predicaba menos de un cuarto de hora), de homilías acerca de la Escritura o del año litúrgico, preparadas para instruir con sencillez e impulsar al pueblo cristiano a vivir conforme al Evangelio.
No se advierten ellas ni la inspiración literaria de Agustín, ni la teología de León Magno - los dos contemporáneos de Pedro -, pero el pueblo de Rávena, altos dignatarios de la corte o marinos del puerto de Classe, veían en ellas unas palabras henchidas del calor adecuado a la vez que una enseñanza que nunca se apartaba de su vida.
El obispo se imponía a sí mismo voluntariamente el predicar de una manera tan sencilla: «Nuestras palabras, dice, han sido sepultadas con Cristo», «Hay que hablar al pueblo con el lenguaje del pueblo». Según la Crónica pontifical de Rávena, el obispo Pedro I murió un 31 de julio (antes del 451).